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En la película de 1995 dirigida por Mike Figgis, Leaving Las Vegas, en español Adiós a Las Vegas, el guionista Ben Sanderson (Nicolas Cage) es abandonado por su familia, pierde su trabajo y en resultado decide ir a Las Vegas donde inicia un lento suicidio sometiéndose a exceso de alcohol.
Justo allí bajo las luces le los casinos conoce a una solitaria prostituta (Elisabeth Shue) que se convierte en la perfecta compañera de su viaje hacia la autodestrucción.
El amor en el tiempo de desesperación y crisis en la película Leaving Las Vegas es un ejemplo para lo que Freud denomina descarga completa de la pulsión. Según la teoría psicoanalítica, la pulsión de muerte es el deseo de descargar completamente la tensión sexual hasta el momento mítico donde no existe deseo insatisfecho. En la clínica, es una tendencia que nunca consigue su meta, pero de ella nace la repetición obsesiva y las adicciones.
Para el protagonista en la película el amor es la descarga repetitiva de tensión. Para Ben (Nicolas Cage) el propósito de terminar con su vida, está determinado previamente de su enamoramiento de Sara (Elisabeth Shue), y forma una cadena de síntomas que le llevan hasta su meta. La pérdida del sentido, el escape de la realidad y el consumo del alcohol hasta la muerte, forman la dinámica de la relación entre los protagonistas, determinando una vida dramática por un callejón sin salida.
El amor de Ben es uno más de sus síntomas. Una repetición en la cadena de los símbolos de su caída. El enamoramiento de la prostituta es para él la última fase de su desesperación. Su amor es una proyección de su deseo de ponerse en su lugar, de ser el más débil, el abusado, el perdido y por fin el muerto. En la muerte psíquica de su “ángel”, él busca su muerte física.
Para Sara, su amor en una realización de su propia pulsión de muerte prestada por el escritor. Sara no se resiste a su decisión de morir, le da razón con su locura porque su propio ser está deseando llegar hasta el fin. La prostituta no obtiene placer sexual en sus relaciones, hace mucho que se ha convertido en un objeto, un juguete sexual y una realización de los deseos de los demás. Antes de conocer al escritor, el hombre que muere entre sus piernas, el deseo en ella se encuentra dormido. En su mirada, su desesperación y su dolor fuerte ella busca su propia sensibilidad y espera despertarse a través de su dolor.
Sara legaliza el deseo de muerte de Ben para despertar su propia capacidad de sentir. Su amor y su deseo son amor y deseo a través del otro. Su debilidad y falta de resistencia la convierten en un espectador de su propia vida. Todo lo que ocurre para ella es un espectáculo, donde su cuerpo no es más que una decoración. Ella necesita el deseo del otro, el amor y el dolor experimentado por él para añadir sentido a su propia vida.
En la muerte física del escritor ella busca su resurrección psíquica.
Para mí, el relato es simplemente una gran historia de amor, tierna, obscena, perdida y trágica, la conexión perfecta entre dos personas donde todo el sentido desfigurado de la sintomática propia de la locura está extrapolado y encontrado en la locura del otro.
¿Es verdad que nos enamoramos de una persona igual de torcida que nosotros? Quizás sí. El relato de Leaving Las Vegas es un excelente ejemplo.
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