Desde frases inspiracionales hasta artículos de investigación, es muy común aconsejarle a la gente que perdone y que siga adelante. Es un consejo muy bien intencionado, pero sinceramente, es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
Perdonar, sin duda es un acto de bondad y humildad. Te permite soltar el resentimiento, enojo y hasta las ideas de venganza que has estado acumulando. Pero tiene que pasar en el momento justo para cada persona; de lo contrario, puede ser contraproductivo.
Si estás a punto de aconsejarle a alguien a quien acaban de lastimar que practique el perdón, te arriesgas a hacer de menos el sufrimiento por el que dicha persona está pasando. Lo mismo aplica para ti. No te apresures a perdonar. Perdonar es un proceso que no tienes que acelerar, mejor date el tiempo de vivirlo.
Recuerda: está bien enojarse con alguien que te ha lastimado…no bloquees ese enojo porque, como seguramente sabes, regresará tarde o temprano. Tal vez regrese en forma de actitudes pasivo-agresivas, como autocríticas o tristeza en general; de cualquier modo, no será agradable. En lugar de bloquear lo que realmente sientes, utiliza tu enojo como una fuerza para confrontar a la persona que te ha dañado, o mejor aún, para confrontarte a ti mismo y tomar acción. Perdonar rápidamente a alguien sin reflexionar en lo que ha pasado no te va a ayudar. Puede ser que digas en voz alta “Te perdono” pero en el fondo sabrás que no es así…y la otra persona lo notará también.
Sin embargo, hay una importante diferencia entre darte permiso de estar enojado, y maliciosamente planear venganza contra todo aquel que te ha causado dolor. El enojo te puede dar poder suficiente para defenderte a ti mismo, y ese, es el verdadero primer paso hacia el perdón. Ese poder te dejará conocer tus límites para que puedas marcarlos claramente después.
El acto de perdonar es curativo para el cuerpo, la mente y el alma. Pero eso no significa que tienes que hacerte de la vista gorda ante las situaciones o personas que causan malestar en tu vida. Perdonar es un proceso por el que tendrás que pasar, no tanto por el bien del que te ha hecho mal, sino por tu propio bienestar. Se trata de reconocer que algo doloroso ha ocurrido, en lugar de pensar en cómo debió de haber ocurrido. Es natural sentir enojo al principio, así que no quieras correr antes de caminar.
Todos caminan y perdonan a un ritmo diferente.
Así que, toma tu tiempo; no tienes que perdonar justo ahora.
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