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El psicólogo Guy Winch expone siete maneras útiles de reestablecer tu salud emocional… comenzando ahora mismo.
Si tienes una cortada, la envuelves con una venda y, para tratar una infección, tomas antibióticos sin cuestionarlo ¿no?
De hecho, lo cuestionable sería que no aplicaras primeros auxilios cuando son necesarios. Así que, ¿por qué no ocurre lo mismo cuando se trata de nuestra salud mental? Es esperado que “superemos” nuestras heridas emocionales, cuando por experiencia, sabemos que las heridas emocionales pueden incapacitarnos tanto como las heridas físicas. Necesitamos aprender cómo practicar primeros auxilios emocionales. Aquí están 7 maneras para hacerlo:
- Presta atención al dolor emocional- reconócelo y trátalo antes de que sea muy abrumador.
La sensación física de dolor es la manera en que nuestro cuerpo nos alerta que algo está mal y necesitamos repararlo. Lo mismo aplica con el dolor emocional. Si algún rechazo, fracaso o mal humor no mejora, quiere decir que tienes una herida psicológica y necesitas tratarla. Por ejemplo, la soledad puede afectar devastadoramente tu salud psicológica y física, así que, cuando tú o un ser querido se siente social o emocionalmente aislado, es necesario tomar acción.
- Redirige tu reacción impulsiva cuando fracases.
La naturaleza de las heridas psicológicas facilita que una siga a la otra. Un fracaso puede hacer que te enfoques en lo que se te dificulta, en lugar de enfocarte en lo que te sale bien. Eso mismo, puede ocasionar que no hagas tu mejor esfuerzo y evidencies tus defectos, creando un círculo vicioso. Para controlar tal “espiral emocional”, aprende a ignorar esa sensación impulsiva y desmoralizante post-fracaso. Haz una lista de los factores que puedes mejorar si decides intentarlo de nuevo. Por ejemplo, planea mentalmente la situación y cómo podrías mejorarla. Este ejercicio reducirá el sentimiento de indefensión y aumentará tus oportunidades de éxito.
- Monitorea y protege tu autoestima. Cuando pienses mal sobre ti mismo, toma un momento y practica la autocompasión.
La autoestima es como un sistema inmune emocional que te protege de dolor emocional y fortalece tu nivel de resiliencia. Como tal, es muy importante monitorear tu autoestima y evitar hacerte de menos, especialmente cuando ya te sientes mal. Una manera de “curar” una autoestima dañada es practicando la autocompasión. Cuando sientas que te estás criticando muy duramente, realiza el siguiente ejercicio: imagina a un amigo cercano en la misma situación por la que tú estás pasando. Ahora, piensa y escribe lo qué le dirías y cómo lo apoyarías. Lee lo que has escrito. Ese es el tipo de mensajes que te deberías de dar a ti mismo.
- Cuando te agobien los pensamientos negativos, contrarréstalos con distracciones positivas.
Cuando repasas mentalmente eventos estresantes sin intentar resolverlos o reflexionar sobre estos, sólo lograrás sentirte mal; cuando eso se vuelve habitual, te ocasionará daño psicológico. La mejor manera para interrumpir los poco saludables pensamientos negativos, es distraerte a ti mismo por medio de actividades que te mantengan entretenido (por ejemplo un Sudoku, juegos de palabras, intentar recordar el nombre de tus compañeros de 5° grado). Hay estudios que muestran que tan solo dos minutos de distracción pueden reducir la necesidad de enfocarse en las cosas negativas de una manera poco saludable.
- Encuentra sentido a las pérdidas.
Las pérdidas son parte de la vida, pero nos pueden marcar de tal manera que nos impidan seguir adelante si no tratamos el dolor emocional que causan. Si ha pasado bastante tiempo y aún no superas el dolor de una pérdida, necesitas cambiar de perspectiva y verla como algo diferente. Específicamente, lo más importante que puedes hacer para aminorar tu dolor y recuperarte, es encontrar el sentido en la pérdida y derivar un propósito de ésta. Puede ser difícil, pero piensa lo que puedes haber ganado de tu pérdida (por ejemplo, “he perdido a mi pareja, pero mi relación con mis hijos fortaleció”). Considera que puedes ganar una nueva apreciación de la vida o ayudar a otros a ganarla, o imagina los cambios que podrías hacer para vivir acorde con tus valores y propósito.
- No te quedes con exceso de culpa.
La culpa puede ser útil. En pequeñas dosis, te impulsa a tomar acción y arreglar problemas en tus relaciones con otras personas. Pero la culpa excesiva es tóxica, pues utiliza tu energía emocional e intelectual, te distrae de tus objetivos y te impide disfrutar de la vida. Una de las mejores maneras de librarte de la culpa excesiva, es pedir disculpas de una manera efectiva. Sí, tal vez hayas probado disculparte previamente, pero las disculpas son más complejas de lo que creemos.
El ingrediente crucial que toda disculpa requiere – y el cual le falta a la mayoría de las disculpas genéricas- es el elemento de empatía. En otras palabras, en lugar de enfocarte en explicar porqué hiciste lo que hiciste, deberías concentrarte en cómo tus acciones (o inacciones) impactaron a la otra persona. Es mucho más fácil perdonar a alguien cuando sientes que te han comprendido. Al disculparte, incluso por segunda ocasión, la otra persona tendrá más probabilidades de perdonarte y tu culpa se disminuirá.
- Aprende qué tratamiento para heridas emocionales funciona para ti.
Presta atención a ti mismo y aprende cómo, personalmente, manejas las heridas emocionales. Por ejemplo, revisa si las ignoras, o te enojas y se te pasa rápidamente, o más bien te recuperas despacio. Usa este análisis para comprender cuál es la manera más efectiva de lidiar con las emociones para ti en diferentes situaciones. Lo mismo aplica para construir resiliencia emocional. Prueba varias técnicas y descubre cuál se te facilita implementar. Pero sobre todo, no olvides hacer revisar tu salud emocional habitualmente- especialmente, después de una situación particularmente difícil o estresante.
Sí, poner en practica la higiene emocional toma tiempo y esfuerzo, pero realmente puede elevar tu calidad de vida. Lo prometo.
Traduccion de articulo publicado en TED.