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La baja autoestima es una de las causas principales de la vida infeliz. Si no te aprecias a ti mismo/a estas condenado/a a conformarte con cosas negativas como por ejemplo un estilo de vida poco saludable, relaciones tóxicas, mala comunicación con tus parientes, entre mas.

El punto es – nadie se beneficia de una baja autoestima, ni tú, ni las personas que amas. Esto es sólo un problema que debes superar y unos simples cambios de tu actitud hacia tu propia persona pueden resultar en grandes cambios de tu calidad de vida emocional.

Sin embargo cambiar nuestra imagen interna, la percepción de nosotros mismos y la forma en que la gente nos ve es extremadamente difícil. La mala noticia es que nadie es inmune a la baja autoestima. Las personas de éxito pueden sufrir de baja autoestima también; personas bellas también pueden odiar a su apariencia. Y esto es totalmente lógico, porque el éxito es algo que se construye constantemente y una vez que logras algo, te centras inmediatamente en lo que todavía no has logrado. Raras veces existen etapas de contemplación y normalmente duran poco. En el caso de las personas hermosas que carecen de confianza cuando se trata de su apariencia, esto es por lo general se debe al hecho de que a menudo se encuentran en el centro de atención y constantemente sientan que sus defectos están expuestos.

¿Así que, estamos condenados a sentirnos como un fracaso para siempre?

¡Por supuesto no!

El primer paso es descubrir y admitir que tienes un problema con tu autoestima. Si a menudo sientes que  no vales nada que eres un estúpido, es muy probable que eso no sea verdad, ya que las personas realmente ignorantes nunca se dan cuenta que lo son. La voz dentro de su cabeza que te hace pensar menos de ti es nada más tu miedo a no estar a la altura de tus propias expectativas y el miedo al fracaso.

Por ejemplo, hace poco, he logrado mucho más de lo que esperaba, sin embargo, me deprimí un poco, porque asumí automáticamente que mis objetivos eran demasiado bajos y demasiado fáciles de lograr.

¿Loco no?

La autocrítica suena loca pero tiene un propósito muy importante – empujarnos adelante. ¿Pero qué pasa si en este momento no hay adelante? ¿No sería bien pararse un ratito y contemplar la vida?

No importa si has conseguido todo lo que siempre has querido o que todavía estás en tu camino al éxito, hay algunas maneras de entrenar a tu mente para poder registrar el éxito cuando lo tienes y sentirte bien al respecto.

¿Cómo?

Celebrar el éxito – todos los momentos en los que he podido celebrar mis grandes y pequeños logros, me he sentido menos entusiasmada y como resultado no he conseguido obtener el placer del trabajo bien hecho.

Marca un hito cada vez que logras algo importante, lleva tus amigos a cenar o vete a vacaciones. ¡Haz lo que te dé la gana, pero haz algo! Intenta relacionar el logro con el placer, así tu mente inconsciente hará la conexión entre el placer y el éxito.

No te esfuerces demasiado en persuadirte lógicamente que eres una persona valiosa. Si hay algo falla en tu autoestima, entonces no hay explicación lógica que te ayudará recuperarla. En realidad, las cosas podrían empeorar, porque si no logras convencerte que vales mucho, el fracaso te deprimirá más. Trata de ser menos centrado en ti mismo durante un rato. Por ejemplo, puedes hacer algo por otra persona o un animal, puedes hacer algo agradable para tu cuerpo, puedes meditar, masturbarse, ir a un masaje … lo que sea. Piensa en tus objetivos y logros cuando estas más relajado/a y físicamente satisfecha/o.

Trata de entender por qué y cómo el perfeccionismo es malo para ti. Aprende el poder de “lo suficientemente bien”. No es necesario sacrificar toda tu vida para terminar un proyecto. Es mejor tener algo imperfectamente hecho al tiempo que algo perfectamente pensado pero que nunca se concluirá. Sin embargo hay que tratar de hacerlo mejor cada vez que lo hagas de nuevo. El progreso siempre se siente bien.

Y por último, si notas que tienes signos de depresión clínica, no sólo una baja autoestima, consulta con especialista, ya que esta es una condición médica tratable y no debe ser ignorada.

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